martes, 14 de junio de 2011

Mi Dilema Moral

Imaginemos que usted está, desde hace meses, desempleado y sin cobrar el paro. No tiene más ingresos que las modestas aportaciones que su familia puede permitirse hacerle. Imaginemos que una vez, en el pasado, usted extravió 100 euros que jamás logró recuperar. Imaginemos que un día, mientras camina por la calle, encuentra un sobre cerrado en el que figura escrita la frase “propiedad de” y un nombre propio. En su interior usted encuentra dos billetes de 50 euros. Ambos falsos.

Se trata de dos buenas falsificaciones, sin duda. Engañarían a cualquiera, menos a usted. Usted (por lo que sea) sabe que no son auténticos, y ahora puede:


1- Llevar los billetes a una comisaría de policía o a una oficina de objetos perdidos para que sean ellos quienes localicen al propietario y se los devuelvan.

Sin embargo sabe que eso le haría flaco favor al dueño de las falsificaciones. De hecho, es probable que no solo no le sean devueltas sino que se le exijan explicaciones sobre su procedencia al individuo cuyo nombre figura en el sobre.


2- Destinar su propio tiempo y esfuerzo a, partiendo de los datos que el sobre le ha proporcionado, encontrar a esa persona para entregarle lo que le pertenece.

Aún así, usted siente que se estaría convirtiendo en cómplice de un estafador devolviéndole algo que, se mire como se mire, solo puede ser utilizado de manera fraudulenta y perjudicial para alguien inocente.


3- Guardarse los billetes en el bolsillo para, llegado el momento apropiado, utilizarlos como si se tratara de moneda auténtica en su propio beneficio.

Esto le convierte, además de en un ladrón, en otro estafador. Si bien es cierto que usted en principio no tenía nada que ver con los 100 falsos euros, no solo va a impedir a su poseedor recuperarlos sino que está dispuesto a darles uso conociendo su ilegitima procedencia.


4- Destruir el sobre y su contenido, logrando así que las falsificaciones caigan en manos de alguien dispuesto a ponerlas en circulación.

Lo malo es que, tal vez, esté perjudicando seriamente a quién las perdió. ¿Cómo saber que todo ese dinero no estaba destinado a alimentar a una familia de indigentes, cuya única manera de llegar a fin de mes es pagando con billetes simulados? Además, en caso de que esto no fuera así… ¡su propia economía es ruinosa! ¿Es moralmente aceptable desperdiciar de esa manera un regalo de azar que le permitiría ahorrar una cantidad de dinero que, para usted, significa la diferencia entre la comodidad y el agobio? Además, ya perdió esa cantidad en el pasado por lo que, en cierto modo, siente que tiene derecho a recuperarla.

Ante este intrincadísimo dilema moral ¿tiene una respuesta clara? ¿Sabe que opción elegir? ¿Conoce con exactitud cuál sería la manera más apropiada de obrar ante semejante situación?

Yo no. Y lo que me ha ocurrido esta tarde no difiere mucho del supuesto anteriormente descrito:

He topado, en el interior de un vagón de Metro, con un Abono Transportes falsificado. ¿Qué cómo sé que está falsificado? Eso no importa, el caso es que lo sé.

Lo primero que he planeado ha sido dejarlo en la Taquilla de la siguiente estación para que su dueño pudiera recuperarlo cómodamente. En seguida me he dado cuenta de que esto no tenía sentido: Para empezar, a nadie se le pasaría por la cabeza ir a reclamar a la administración de Metro de Madrid un Abono falso. Además, en caso de que el propietario fuese tan inocentón como para hacerlo, no solo no lograría que se lo devolviesen sino que se le impondría una sanción monstruosa por haberlo estado utilizando. Definitivamente no era esta una opción viable.

Entonces se me ha ocurrido publicar un anuncio en algún periódico para que pudieran ponerse en contacto conmigo las personas que han perdido, en el día de hoy, sus títulos de trasporte: de esta forma quien supiera decirme correctamente el nombre que figura en el Abono sería su dueño y podría quedar conmigo para recuperarlo. Desgraciadamente esto implica no solo el esfuerzo de contratar el clasificado, sino también poner mis propios datos personales de contacto a disposición de cualquiera (una idea que no se me antoja en absoluto apetecible). Podría aceptarlo como un mal menor si no hubiera más remedio, pero la verdad es que no estoy dispuesto a hacerlo solo para facilitarle la vida a un tramposo que se las apaña para pagar menos que yo mediante el uso de malas artes.

Debo decir que mi situación económica es precaria, y que miro con lupa cada desplazamiento que hago. Solo utilizo el transporte público una media de dos días a la semana, lo que (entre ida y vuelta) me acarrea un gasto mínimo de casi 20 euros mensuales, siendo este un elevadísimo porcentaje de mis ingresos totales. Por si fuera poco, se trata de un Abono de Familia Numerosa y yo nací en una familia de estas características pese a que hace años que (por razones personales) no se me permite beneficiarme de los múltiples descuentos que ello supone.

Por todo esto, me ha parecido lógico quedarme el objeto perdido y, durante el tiempo que pueda, usarlo para efectuar mis propios desplazamientos gratuitamente. Me ha parecido lógico, más no moralmente aceptable: En seguida he comenzado a sufrir fuertes remordimientos. Ahora siento que, si bien quién solía portarlo no tenía ningún derecho a hacerlo, yo no soy más merecedor del Abono que su anterior usuario.

En definitiva: No puedo entregarlo a los empleados de Metro ni a la policía. Tampoco pienso dedicarme a buscar por Madrid a su dueño y no soy capaz de rebajarme a su nivel utilizando una tarjeta de Familia Numerosa que no me corresponde para disminuir mis gastos de transporte. Ni que decir tiene que destruir el título no es una alternativa, así que, desde Comiendo Detergente, pido ayuda.

Pido ayuda a todo el que, tras leer esto, comprenda la encrucijada en la que me encuentro y sea capaz de ponerse en mi lugar para decidir cual sería el modo más ético y adecuado de actuar.

También pido ayuda, cómo no, al espabilado que ha pasado los últimos meses (¿años?) moviéndose por la red suburbana de la capital con un Abono ilegal gracias al cual ha logrado que, a cargo de los impuestos del resto de ciudadanos, sus viajes hayan costado un 20% menos que los de todas las personas honradas que pagan a diario las tarifas que les corresponden (entre los que yo me incluyo).

De modo que:


Encontrado Abono Transportes (fraudulento)  tipo B1, correspondiente a la categoría de Familia Numerosa, el día 13 de Junio de 2011 en la linea 6 del Metro de Madrid.

Si es suyo, no dude en ponerse en contacto conmigo a través del apartado de comentarios de este blog. Si usted es capaz de decirme que nombre aparece como titular del mismo, pasaremos a discutir qué hacer con él.

Estoy convencido de que, entre los dos y con la ayuda de los consejos de otros lectores, tomaremos la decisión más adecuada.








comiendodetergente.blogspot.com

4 comentarios:

  1. Creo que ese abono tiene demasiada disfunción de personalidad como para que le añadas la tuya... :p

    ResponderEliminar
  2. Tío, de verdad, ¿sabes la que te puede caer publicando datos personales por aquí? ¿Has oído hablar de la Ley de Protección de Datos?

    ResponderEliminar