Desde el momento en que, siendo yo aún un tierno e inocente adolescente, vi a Ryan Dunn meterse un cochecito de juguete por el culo en el aclamado film “Jackass, the movie”, este mastuerzo se ganó un lugar privilegiado en mi corazón. Más concretamente, y solo después de Chris Pontius (el celebérrimo bailarin nudista conocido como Party Boy), Mr. Dunn pasó a ser, para siempre, mi Jackass favorito.
Esto puede sonar a coña, pero está muy lejos de serlo. Admiré profundamente los impulsos autodestructivos de la tropa de descerebrados de la MTV durante mi pubertad. En aquella época, en lo que a mí respectaba, disfrutar observando (e incluso emulando) las peripecias de unos botarates que se ganaban el pan a base de porrazos y contusiones era una de las actitudes más transgresoras que mi cerebrito inmaduro era capaz de adoptar.
Cada mañana vuelvo a ver, desde mi cama, el malogrado cráneo y las muletas cruzadas que constituyen el archiconocido logotipo de un programa de televisión que, en más de una ocasión, me animó a actuar como un cafre mientras alguien me grababa en video. Tantos años después, el viejo poster de la primera película de Jackass continúa pegado en el armario de mi cuarto.
Crecí, por supuesto. No mucho, pero lo suficiente como para descubrir que existen otros medios menos lesivos de ser diferente y especial. Los muchachos de Jackass también evolucionaron, pasando inevitablemente de casi treintañeros a proyectos de carroza. 34 años tenía mi querido Ryan Dunn ayer mismo por la tarde. Hoy, según dicen, está muerto como un dodo.
La noticia se ha difundido a gran velocidad. Es curioso leer en periódicos aparentemente serios como El Mundo referencias al accidente de tráfico que, anoche de madrugada, acababa con la vida de este zoquete barbudo.
Si hacemos caso a las informaciones de la prensa, la velocidad del Porsche en el que el fallecido y su acompañante viajaban fue un factor determinante en el trágico final que el destino tenía preparado para ambos. Por si fuera poco, según diversas fuentes, el propio Dunn colgó en Twitter fotografías en las que aparecía consumiendo alcohol la noche del Domingo al Lunes (tan solo unas horas antes de la tragedia).
De ser esto cierto, puede que Ryan se marchase del mismo modo en que vivió: Haciendo el imbecil.
De hecho, es posible que esta última haya sido su mayor gilipollez ya que, por muy estúpida que parezca cualquiera de las payasadas que protagonizó a lo largo de su carrera como Jackass profesional, ninguna de ellas había puesto en peligro nunca a nadie que no fuese él mismo.
Debo decir que circulan rumores de que todo esto es un montaje: algunos escépticos sostienen que Ryann Dunn sigue entre nosotros y que la noticia de su accidente no es más que un bulo, intencionadamente puesto en circulación por el propio equipo de Jackass como parte de una futura cuarta película. Resulta paradójico pensar que, de ser así, Dunn habría actuado de un modo mucho menos estúpido que de no serlo: Engañar al mundo entero con una defunción simulada, jugar con noticias falsas sobre accidentes de tráfico mortales y generar titulares y obituarios en los periódicos de medio planeta parece pecata minuta si se compara con matar a tu amigo por conducir ebrio y a toda pastilla.
Sirva el suceso, sea un hoax o no, para hacernos reflexionar sobre una conducta tan habitual y mortífera como es la conducción irresponsable: Cuando subimos a un coche, si lo hacemos bajo los efectos del alcohol, estamos abriendo una puerta a la posibilidad de causar daños irreparables e innecesarios a personas inocentes. Al fin y al cabo, si existiera un modo de garantizar que los únicos perjudicados en estos casos fueran los responsables, no habría tanto de qué preocuparse.
Por desgracia, rara es la ocasión en la que un conductor temerario se estampa sin afectar a terceros. Su copiloto, los ocupantes de otro vehículo o un peatón… demasiados son los candidatos a convertirse en victimas innecesarias cuando la bebida toma el volante.
En fin… sea como fuere:
Descansa en paz, Ryan Dunn. Puto imbecil*.
*Jackass.
Siempre te recordaremos por aquel cochecito que te metiste en el ano...
comiendodetergente.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario