Descubrir que estoy en paro no sorprenderá a ningún lector habitual. Solo un desempleado tiene tanto tiempo libre como para dedicarse a escribir las parrafadas que cuelgo en este blog.
Tengo estudios, sin embargo. Hablo idiomas, sé conducir, tengo pies y manos, muchas habilidades y una capacidad intelectual que me permitiría, sin ningún género de dudas, desempeñar gran variedad de puestos de trabajo con soltura. Pese a ello, y por más que busco, me resulta imposible encontrar una empresa que me valore lo suficiente como para contratarme. He topado (eso si) a lo largo de los últimos años, con empresarios que:
-Me han hecho trabajar gratis (aunque eso en Esp aña se llama beca).
-Me han explotado con horarios inaguantables (turnos de catorce horas, el pan nuestro de cada día en el maravilloso mundo de la restauración).
-Me han pagado 600 euros por seis días de trabajo a la semana (librando un martes, por supuesto).
-Se han fumado un paquete diario en una oficina cerrada de 10 metros cuadrados (eso, con la ley antitabaco vigente).
-Me han obligado a fregarles la taza del café (a él, a su mujer, al encargado, a su hermano y a la novia de este).
-Han pretendido que ganara dinero para ellos agobiando y engañando a sus clientes (cuando no mintiendo descaradamente).
-Han esp erado (y así me lo han hecho saber) que renunciara a darme de baja por enfermedad cuando he sufrido un problema de salud.
-Me han tenido más de un mes suplicando para cobrar la nómina (con plantones de varias horas y desp lazamientos en balde incluidos).
-Me han acabado desp idiendo/no renovando el contrato en el momento en el que les ha dado la gana.
También he lidiado con decenas de entrevistadores y directores de recursos humanos, ante todos los cuales he mostrado la más exquisita de las educaciones y el mejor de los asp ectos confiando en resultarles lo suficientemente agradable como para que se dignaran a valorar mi candidatura más allá del color de mis zapatos o mi corte de pelo. En una abrumadora mayoría de las ocasiones nunca he vuelto a saber nada de ellos ya que, como todo el mundo sabe, la frase “ya le llamaremos” es una falacia integral puesto que ni te llaman ni lo hacen “ya”.
Como consecuencia natural de todo esto ha llegado un momento en el que he perdido toda esp eranza, no solo de dedicarme a aquello para lo que me he preparado con esfuerzo durante años sino de llegar siquiera a encontrar una ocupación remunerada estable en toda mi vida.
Muchos me dicen que debo aprovechar el tiempo libre para continuar formándome, para mejorar mi currículum vitae y convertirme en un profesional más valioso que pueda llamar la atención de un empleador potencial con más facilidad. Yo resp ondo que para poder estudiar antes es necesario (como mínimo) haber comido, tener un cuarto en el que guardar los libros, unos pantalones para salir de casa y dinero suelto para pagar el metro y llegar a clase.
Desgraciadamente empieza a quedar fuera de mi alcance la posibilidad de continuar estudiando mientras soy mantenido por mi núcleo familiar que, a parte de ser reducido, sufre también los devastadores efectos de la crisis y comienza a presionarme para que deje de ser un lastre y empiece a ganarme la vida como cabría esp erar de una persona de mi edad. Por otra parte sé que estoy sobradamente formado y, por consiguiente, preparado para el mundo laboral por lo que creo que ya es hora de que se me permita acceder a él como, en teoría, tengo garantizado en la Constitución.
Ha llegado un momento en el que todas mis ideas románticas de realización personal han quedado muy atrás. A día de hoy solo hay un motivo por el que quiero trabajar: Como el mundo está diseñado de tal manera que la única forma de acceder a una vivienda y a los alimentos que necesito es pagando con eso que llamamos dinero y el dinero solo te lo cambian por horas de trabajo, necesito un empleo para poder subsistir dentro de la única sociedad en la que se me permite vivir.
Dicho de otra manera: Si, pese a que la idea de dedicar una inmensa porción de mi tiempo de vida a servir a los intereses de otro no me resulta en absoluto apetecible, asumo que debo aceptar esa situación si quiero continuar existiendo ¿por qué me lo ponen tan difícil?
YO QUIERO TRABAJAR
YO QUIERO UN SUELDO DIGNO
YO QUIERO UN HORARIO RAZONABLE
YO QUIERO ESTABILIDAD
YO QUIERO QUE SE ME RESPETE COMO TRABAJADOR Y COMO PERSONA
Y…
YO QUIERO QUE NO SE ME TOME EL PELO
Porque parece mentira que yo tenga que estar pasando las de Caín mientras una tipeja como Leire Pajín, cuyo único mérito en la vida ha sido estudiar sociología y servir al PSOE desde que era una adolescente, acumula sueldos millonarios en puestos para los que no está cualificada y en los que, día tras día, demuestra estar siendo la mayor de la inútiles.
Menciono a la Pajín por que es la más repulsiva de todo el panorama político actual, pero lo mismo es aplicable a todos los políticos de cada uno de los partidos de este país.
¿Qué es eso de que un político cobre esas cantidades y tenga esos privilegios mientras el pueblo, la gente para la que en teoría trabaja, se muere literalmente de hambre? Con 1/8 del sueldo mensual mínimo de un diputado esp añol yo podría vivir desahogadamente, y él seguiría embolsándose más de medio millón de las antiguas pesetas. ¿Estamos locos? ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo se explica que un diputado elija voluntariamente no presentarse en su puesto de trabajo sin que nadie tome medidas? En la calle, no llegar un cuarto de hora antes puede suponerte una reprimenda de tu superior e incluso el desp ido, según mi propia experiencia. No quiero hablar de temas tan manidos como las condiciones en las que se retiran sus señorías, incomparables con las del resto del populacho al que, recientemente, nos han dado el notición de que tardaremos dos años más en poder jubilarnos.
Si, por lo menos, esos injustísimos privilegios de los que gozan les motivaran para solucionar los problemas de sus votantes yo sería el primero en defenderlos pero no solo no mejoran la situación sino que son en grandísima medida los resp onsables de su empeoramiento. Y cuando se les piden explicaciones se limitan a mentirnos y a insultarse entre ellos.
En un par de semanas llegan las elecciones, las putas famosas elecciones del 22 de mayo, y con ellas la campaña electoral. Tiempo de mentir para ellos y de tragar para nosotros, que una vez más caeremos con toda seguridad en la trampa y, votándoles, continuaremos legitimando sus atropellos ad eternum.
¿Cual es la solución? ¡No tengo ni idea! La estafa está tan bien montada que resulta casi imposible cambiar las cosas. Lo que sí me consta que puede hacerse es pegarles un buen susto de vez en cuando, revolucionar un poco las calles. Dar gritos, pisar fuerte y acojonar al poder. Hacer ver a los maleantes de ahí arriba que somos una panda de desgraciados con muy mala leche y que somos muy conscientes de lo que nos están haciendo.
Por eso el 15 de mayo voy a salir a la calle. Voy a salir a decirles que no me importa la política, pero que los políticos empiezan a tocarme los cojones. Voy a salir a exigir lo que me corresp onde por derecho, y seguiré saliendo hasta que me lo den. Y no voy a salir solo, ya que parece que de una vez por todas la juventud de este país va a aparcar los Iphones un ratito para hacer lo que todos sabemos que debe hacerse: Dejar de lado por un día toda ideología o creencia excluyente para demostrar que por encima de peperos, sociatas, ateos, cristianos, heteros, gays, macarras o pijos somos jóvenes, somos ciudadanos, no nos conformamos y exigimos un futuro.
Visita http://democraciarealya.es/ para enterarte de donde y cuando están programadas las manifestaciones en tu ciudad.
comiendodetergente.blogspot.com
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Lo ponen tan dificil, porque lo que quieren y desean es reducir la población para poder vivir ellos mejor aún de cómo viven, y de esta forma los que queden sean convertidos directamente en esclavos
ResponderEliminarahí estaremos, aunque uno ya se pregunta si sirve para algo...somos muy pocos los que reaccionan
ResponderEliminarLa verdad es que hay muchos motivos para cagarse en la puta madre que parió a todos estos cabrones políticos. Solo ver a la Pajín y te dan ganas de vomitar. Habría que organizar un puta revolución para cambiar algo, pero ya sabes, solemos quejarnos mucho pero hacer, lo que se dice hacer algo para cambiar esta masa de agente adormecida mas bien muy poco. Saludos
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